Por mucho que me cueste, ha llegado la hora de decir adiós, aunque quizá lo deje en un hasta luego o un hasta siempre.
Mi experiencia en Taiwán ha sido inolvidable y recordaré la amabilidad de su gente y la enorme cantidad de cosas que aprendí de una cultura como esta.
No sé si volveré a Taiwán algún día, quién sabe, pero es algo que no me importaría. Si tuviera que elegir una ciudad con mejor tiempo que Taipei y menos lluvia, sería Kaohsiung sin dudarlo.
Aquí viví mis primeros terremotos y tifones, conocí gente de todas partes, incluido de países como Palau o Kiribati, aprendí un nuevo idioma, paseé por sus calles, disfruté de nuevas comidas, me quité siempre los zapatos antes de entrar en casa y muchas otras cosas que aquí no he contado pero que llevaré conmigo.
Taipei tiene el sonido de la lluvia y el olor de la comida y del incienso. Una ciudad y un país lleno de chanclas, paraguas y sonrisas.
Mudarte a otro país no es una pérdida, por estar lejos de casa, es riqueza. Siempre es mejor tener recuerdos que no tenerlos...